Santo Rosario




De la Carta apostólica: Rosarium Virginis Mariae, del sumo pontífice Juan Pablo II
(https://w2.vatican.va/content/john-paul-ii/es/apost_letters/2002/documents/hf_jp-ii_apl_20021016_rosarium-virginis-mariae.html)


El Rosario, oración contemplativa
El Rosario, precisamente a partir de la experiencia de María, es una oración marcadamente contemplativa. Sin esta dimensión, se desnaturalizaría, como subrayó Pablo VI:
«Sin contemplación, el Rosario es un cuerpo sin alma y su rezo corre el peligro de convertirse en mecánica repetición de fórmulas y de contradecir la advertencia de Jesús:
"Cuando oréis, no seáis charlatanes como los paganos, que creen ser escuchados en virtud de su locuacidad" (Mt 6, 7).
Por su naturaleza el rezo del Rosario exige un ritmo tranquilo y un reflexivo remanso, que favorezca en quien ora la meditación de los misterios de la vida del Señor, vistos a través del corazón de Aquella que estuvo más cerca del Señor, y que desvelen su insondable riqueza».
Es necesario detenernos en este profundo pensamiento de Pablo VI para poner de relieve algunas dimensiones del Rosario que definen mejor su carácter de contemplación cristológica.

Recordar a Cristo con María
La contemplación de María es ante todo un recordar. Conviene sin embargo entender esta palabra en el sentido bíblico de la memoria (zakar), que actualiza las obras realizadas por Dios en la historia de la salvación. La Biblia es narración de acontecimientos salvíficos, que tienen su culmen en el propio Cristo. Estos acontecimientos no son solamente un 'ayer'; son también el 'hoy' de la salvación. Esta actualización se realiza en particular en la Liturgia: lo que Dios ha llevado a cabo hace siglos no concierne solamente a los testigos directos de los acontecimientos, sino que alcanza con su gracia a los hombres de cada época. Esto vale también, en cierto modo, para toda consideración piadosa de aquellos acontecimientos: «hacer memoria» de ellos en actitud de fe y amor significa abrirse a la gracia que Cristo nos ha alcanzado con sus misterios de vida, muerte y resurrección. 
Por esto, mientras se reafirma con el Concilio Vaticano II que la Liturgia, como ejercicio del oficio sacerdotal de Cristo y culto público, es «la cumbre a la que tiende la acción de la Iglesia y, al mismo tiempo, la fuente de donde mana toda su fuerza», también es necesario recordar que la vida espiritual « no se agota sólo con la participación en la sagrada Liturgia. El cristiano, llamado a orar en común, debe no obstante, entrar también en su interior para orar al Padre, que ve en lo escondido (cf. Mt 6, 6); más aún: según enseña el Apóstol, debe orar sin interrupción (cf. 1 Ts 5, 17) ». 
El Rosario, con su carácter específico, pertenece a este variado panorama de la oración 'incesante', y si la Liturgia, acción de Cristo y de la Iglesia, es acción salvífica por excelencia, el Rosario, en cuanto meditación sobre Cristo con María, es contemplación saludable. En efecto, penetrando, de misterio en misterio, en la vida del Redentor, hace que cuanto Él ha realizado y la Liturgia actualiza sea asimilado profundamente y forje la propia existencia.

 Comprender a Cristo desde María
Cristo es el Maestro por excelencia, el revelador y la revelación. No se trata sólo de comprender las cosas que Él ha enseñado, sino de 'comprenderle a Él'. Pero en esto, ¿qué maestra más experta que María? Si en el ámbito divino el Espíritu es el Maestro interior que nos lleva a la plena verdad de Cristo (cf. Jn 14, 26; 15, 26; 16, 13), entre las criaturas nadie mejor que Ella conoce a Cristo, nadie como su Madre puede introducirnos en un conocimiento profundo de su misterio.
El primero de los 'signos' llevado a cabo por Jesús –la transformación del agua en vino en las bodas de Caná– nos muestra a María precisamente como maestra, mientras exhorta a los criados a ejecutar las disposiciones de Cristo (cf. Jn 2, 5). Y podemos imaginar que ha desempeñado esta función con los discípulos después de la Ascensión de Jesús, cuando se quedó con ellos esperando el Espíritu Santo y los confortó en la primera misión. Recorrer con María las escenas del Rosario es como ir a la 'escuela' de María para leer a Cristo, para penetrar sus secretos, para entender su mensaje.
Una escuela, la de María, mucho más eficaz, si se piensa que Ella la ejerce consiguiéndonos abundantes dones del Espíritu Santo y proponiéndonos, al mismo tiempo, el ejemplo de aquella «peregrinación de la fe», en la cual es maestra incomparable. Ante cada misterio del Hijo, Ella nos invita, como en su Anunciación, a presentar con humildad los interrogantes que conducen a la luz, para concluir siempre con la obediencia de la fe: « He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra » (Lc 1, 38).

Configurarse a Cristo con María
La espiritualidad cristiana tiene como característica el deber del discípulo de configurarse cada vez más plenamente con su Maestro (cf. Rm 8, 29; Flp 3, 10. 21). La efusión del Espíritu en el Bautismo une al creyente como el sarmiento a la vid, que es Cristo (cf. Jn 15, 5), lo hace miembro de su Cuerpo místico (cf. 1 Co 12, 12; Rm 12, 5). A esta unidad inicial, sin embargo, ha de corresponder un camino de adhesión creciente a Él, que oriente cada vez más el comportamiento del discípulo según la 'lógica' de Cristo: «Tened entre vosotros los mismos sentimientos que Cristo» (Flp 2, 5). Hace falta, según las palabras del Apóstol, «revestirse de Cristo» (cf. Rm 13, 14; Ga 3, 27).
En el recorrido espiritual del Rosario, basado en la contemplación incesante del rostro de Cristo –en compañía de María– este exigente ideal de configuración con Él se consigue a través de una asiduidad que pudiéramos decir 'amistosa'. Ésta nos introduce de modo natural en la vida de Cristo y nos hace como 'respirar' sus sentimientos. Acerca de esto dice el Beato Bartolomé Longo: «Como dos amigos, frecuentándose, suelen parecerse también en las costumbres, así nosotros, conversando familiarmente con Jesús y la Virgen, al meditar los Misterios del Rosario, y formando juntos una misma vida de comunión, podemos llegar a ser, en la medida de nuestra pequeñez, parecidos a ellos, y aprender de estos eminentes ejemplos el vivir humilde, pobre, escondido, paciente y perfecto».
Además, mediante este proceso de configuración con Cristo, en el Rosario nos encomendamos en particular a la acción materna de la Virgen Santa. Ella, que es la madre de Cristo y a la vez miembro de la Iglesia como «miembro supereminente y completamente singular», es al mismo tiempo 'Madre de la Iglesia'. Como tal 'engendra' continuamente hijos para el Cuerpo místico del Hijo. Lo hace mediante su intercesión, implorando para ellos la efusión inagotable del Espíritu. Ella es el icono perfecto de la maternidad de la Iglesia.
El Rosario nos transporta místicamente junto a María, dedicada a seguir el crecimiento humano de Cristo en la casa de Nazaret. Eso le permite educarnos y modelarnos con la misma diligencia, hasta que Cristo «sea formado» plenamente en nosotros (cf.Ga 4, 19). Esta acción de María, basada totalmente en la de Cristo y subordinada radicalmente a ella, «favorece, y de ninguna manera impide, la unión inmediata de los creyentes con Cristo».
Es el principio iluminador expresado por el Concilio Vaticano II, que tan intensamente he experimentado en mi vida, haciendo de él la base de mi lema episcopal: Totus tuus. Un lema, como es sabido, inspirado en la doctrina de san Luis María Grignion de Montfort, que explicó así el papel de María en el proceso de configuración de cada uno de nosotros con Cristo: «Como quiera que toda nuestra perfección consiste en el ser conformes, unidos y consagrados a Jesucristo, la más perfecta de la devociones es, sin duda alguna, la que nos conforma, nos une y nos consagra lo más perfectamente posible a Jesucristo. Ahora bien, siendo María, de todas las criaturas, la más conforme a Jesucristo, se sigue que, de todas las devociones, la que más consagra y conforma un alma a Jesucristo es la devoción a María, su Santísima Madre, y que cuanto más consagrada esté un alma a la Santísima Virgen, tanto más lo estará a Jesucristo».
De verdad, en el Rosario el camino de Cristo y el de María se encuentran profundamente unidos. ¡María no vive más que en Cristo y en función de Cristo!

Rogar a Cristo con María
Cristo nos ha invitado a dirigirnos a Dios con insistencia y confianza para ser escuchados: «Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá» (Mt 7, 7). El fundamento de esta eficacia de la oración es la bondad del Padre, pero también la mediación de Cristo ante Él (cf. 1 Jn 2, 1) y la acción del Espíritu Santo, que «intercede por nosotros» (Rm 8, 26-27) según los designios de Dios. En efecto, nosotros «no sabemos cómo pedir» (Rm 8, 26) y a veces no somos escuchados porque pedimos mal (cf. St 4, 2-3).
Para apoyar la oración, que Cristo y el Espíritu hacen brotar en nuestro corazón, interviene María con su intercesión materna. «La oración de la Iglesia está como apoyada en la oración de María».
Efectivamente, si Jesús, único Mediador, es el Camino de nuestra oración, María, pura transparencia de Él, muestra el Camino, y «a partir de esta cooperación singular de María a la acción del Espíritu Santo, las Iglesias han desarrollado la oración a la santa Madre de Dios, centrándola sobre la persona de Cristo manifestada en sus misterios».
En las bodas de Caná, el Evangelio muestra precisamente la eficacia de la intercesión de María, que se hace portavoz ante Jesús de las necesidades humanas: «No tienen vino» (Jn 2, 3).
El Rosario es a la vez meditación y súplica. La plegaria insistente a la Madre de Dios se apoya en la confianza de que su materna intercesión lo puede todo ante el corazón del Hijo. Ella es «omnipotente por gracia», como, con audaz expresión que debe entenderse bien, dijo en su Súplica a la Virgen el Beato Bartolomé Longo.
Basada en el Evangelio, ésta es una certeza que se ha ido consolidando por experiencia propia en el pueblo cristiano. El eminente poeta Dante la interpreta estupendamente, siguiendo a san Bernardo, cuando canta: «Mujer, eres tan grande y tanto vales, que quien desea una gracia y no recurre a ti, quiere que su deseo vuele sin alas».
En el Rosario, mientras suplicamos a María, templo del Espíritu Santo (cf. Lc 1, 35), Ella intercede por nosotros ante el Padre que la ha llenado de gracia y ante el Hijo nacido de su seno, rogando con nosotros y por nosotros.

Anunciar a Cristo con María
El Rosario es también un itinerario de anuncio y de profundización, en el que el misterio de Cristo es presentado continuamente en los diversos aspectos de la experiencia cristiana. Es una presentación orante y contemplativa, que trata de modelar al cristiano según el corazón de Cristo. Efectivamente, si en el rezo del Rosario se valoran adecuadamente todos sus elementos para una meditación eficaz, se da, especialmente en la celebración comunitaria en las parroquias y los santuarios, una significativa oportunidad catequética que los Pastores deben saber aprovechar. La Virgen del Rosario continúa también de este modo su obra de anunciar a Cristo. La historia del Rosario muestra cómo esta oración ha sido utilizada especialmente por los Dominicos, en un momento difícil para la Iglesia a causa de la difusión de la herejía. Hoy estamos ante nuevos desafíos. ¿Por qué no volver a tomar en la mano las cuentas del rosario con la fe de quienes nos han precedido? El Rosario conserva toda su fuerza y sigue siendo un recurso importante en el bagaje pastoral de todo buen evangelizador.

«Rosario bendito de María, cadena dulce que nos unes con Dios»
Lo que se ha dicho hasta aquí expresa ampliamente la riqueza de esta oración tradicional, que tiene la sencillez de una oración popular, pero también la profundidad teológica de una oración adecuada para quien siente la exigencia de una contemplación más intensa.
La Iglesia ha visto siempre en esta oración una particular eficacia, confiando las causas más difíciles a su recitación comunitaria y a su práctica constante. En momentos en los que la cristiandad misma estaba amenazada, se atribuyó a la fuerza de esta oración la liberación del peligro y la Virgen del Rosario fue considerada como propiciadora de la salvación.
Hoy deseo confiar a la eficacia de esta oración –lo he señalado al principio– la causa de la paz en el mundo y la de la familia.

La paz
Las dificultades que presenta el panorama mundial en este comienzo del nuevo Milenio nos inducen a pensar que sólo una intervención de lo Alto, capaz de orientar los corazones de quienes viven situaciones conflictivas y de quienes dirigen los destinos de las Naciones, puede hacer esperar en un futuro menos oscuro.
El Rosario es una oración orientada por su naturaleza hacia la paz, por el hecho mismo de que contempla a Cristo, Príncipe de la paz y «nuestra paz» (Ef 2, 14). Quien interioriza el misterio de Cristo –y el Rosario tiende precisamente a eso– aprende el secreto de la paz y hace de ello un proyecto de vida. Además, debido a su carácter meditativo, con la serena sucesión del Ave María, el Rosario ejerce sobre el orante una acción pacificadora que lo dispone a recibir y experimentar en la profundidad de su ser, y a difundir a su alrededor, paz verdadera, que es un don especial del Resucitado (cf. Jn 14, 27; 20, 21).
Es además oración por la paz por la caridad que promueve. Si se recita bien, como verdadera oración meditativa, el Rosario, favoreciendo el encuentro con Cristo en sus misterios, muestra también el rostro de Cristo en los hermanos, especialmente en los que más sufren. ¿Cómo se podría considerar, en los misterios gozosos, el misterio del Niño nacido en Belén sin sentir el deseo de acoger, defender y promover la vida, haciéndose cargo del sufrimiento de los niños en todas las partes del mundo? ¿Cómo podrían seguirse los pasos del Cristo revelador, en los misterios de la luz, sin proponerse el testimonio de sus bienaventuranzas en la vida de cada día? Y ¿cómo contemplar a Cristo cargado con la cruz y crucificado, sin sentir la necesidad de hacerse sus «cireneos» en cada hermano aquejado por el dolor u oprimido por la desesperación? ¿Cómo se podría, en fin, contemplar la gloria de Cristo resucitado y a María coronada como Reina, sin sentir el deseo de hacer este mundo más hermoso, más justo, más cercano al proyecto de Dios?
En definitiva, mientras nos hace contemplar a Cristo, el Rosario nos hace también constructores de la paz en el mundo. Por su carácter de petición insistente y comunitaria, en sintonía con la invitación de Cristo a «orar siempre sin desfallecer» (Lc 18,1), nos permite esperar que hoy se pueda vencer también una 'batalla' tan difícil como la de la paz. De este modo, el Rosario, en vez de ser una huida de los problemas del mundo, nos impulsa a examinarlos de manera responsable y generosa, y nos concede la fuerza de afrontarlos con la certeza de la ayuda de Dios y con el firme propósito de testimoniar en cada circunstancia la caridad, «que es el vínculo de la perfección» (Col 3, 14).

La familia: los padres...
Además de oración por la paz, el Rosario es también, desde siempre, una oración de la familia y por la familia. Antes esta oración era apreciada particularmente por las familias cristianas, y ciertamente favorecía su comunión. Conviene no descuidar esta preciosa herencia. Se ha de volver a rezar en familia y a rogar por las familias, utilizando todavía esta forma de plegaria.
Si en la Carta apostólica Novo millennio ineunte he alentado la celebración de la Liturgia de las Horas por parte de los laicos en la vida ordinaria de las comunidades parroquiales y de los diversos grupos cristianos, deseo hacerlo igualmente con el Rosario. Se trata de dos caminos no alternativos, sino complementarios, de la contemplación cristiana. Pido, por tanto, a cuantos se dedican a la pastoral de las familias que recomienden con convicción el rezo del Rosario.
La familia que reza unida, permanece unida. El Santo Rosario, por antigua tradición, es una oración que se presta particularmente para reunir a la familia. Contemplando a Jesús, cada uno de sus miembros recupera también la capacidad de volverse a mirar a los ojos, para comunicar, solidarizarse, perdonarse recíprocamente y comenzar de nuevo con un pacto de amor renovado por el Espíritu de Dios.
Muchos problemas de las familias contemporáneas, especialmente en las sociedades económicamente más desarrolladas, derivan de una creciente dificultad para comunicarse. No se consigue estar juntos y a veces los raros momentos de reunión quedan absorbidos por las imágenes de un televisor. Volver a rezar el Rosario en familia significa introducir en la vida cotidiana otras imágenes muy distintas, las del misterio que salva: la imagen del Redentor, la imagen de su Madre santísima. La familia que reza unida el Rosario reproduce un poco el clima de la casa de Nazaret: Jesús está en el centro, se comparten con él alegrías y dolores, se ponen en sus manos las necesidades y proyectos, se obtienen de él la esperanza y la fuerza para el camino.

... y los hijos
Es hermoso y fructuoso confiar también a esta oración el proceso de crecimiento de los hijos. ¿No es acaso, el Rosario, el itinerario de la vida de Cristo, desde su concepción a la muerte, hasta la resurrección y la gloria? Hoy resulta cada vez más difícil para los padres seguir a los hijos en las diversas etapas de su vida. En la sociedad de la tecnología avanzada, de los medios de comunicación social y de la globalización, todo se ha acelerado, y cada día es mayor la distancia cultural entre las generaciones. Los mensajes de todo tipo y las experiencias más imprevisibles hacen mella pronto en la vida de los chicos y los adolescentes, y a veces es angustioso para los padres afrontar los peligros que corren los hijos. Con frecuencia se encuentran ante desilusiones fuertes, al constatar los fracasos de los hijos ante la seducción de la droga, los atractivos de un hedonismo desenfrenado, las tentaciones de la violencia o las formas tan diferentes del sinsentido y la desesperación.
Rezar con el Rosario por los hijos, y mejor aún, con los hijos, educándolos desde su tierna edad para este momento cotidiano de «intervalo de oración» de la familia, no es ciertamente la solución de todos los problemas, pero es una ayuda espiritual que no se debe minimizar. Se puede objetar que el Rosario parece una oración poco adecuada para los gustos de los chicos y los jóvenes de hoy. Pero quizás esta objeción se basa en un modo poco esmerado de rezarlo. Por otra parte, salvando su estructura fundamental, nada impide que, para ellos, el rezo del Rosario –tanto en familia como en los grupos– se enriquezca con oportunas aportaciones simbólicas y prácticas, que favorezcan su comprensión y valorización. ¿Por qué no probarlo? Una pastoral juvenil no derrotista, apasionada y creativa –¡las Jornadas Mundiales de la Juventud han dado buena prueba de ello!– es capaz de dar, con la ayuda de Dios, pasos verdaderamente significativos. Si el Rosario se presenta bien, estoy seguro de que los jóvenes mismos serán capaces de sorprender una vez más a los adultos, haciendo propia esta oración y recitándola con el entusiasmo típico de su edad.

El Rosario, un tesoro que recuperar
Queridos hermanos y hermanas: Una oración tan fácil, y al mismo tiempo tan rica, merece de veras ser recuperada por la comunidad cristiana. Hagámoslo sobre todo en este año, asumiendo esta propuesta como una consolidación de la línea trazada en la Carta apostólica Novo millennio ineunte, en la cual se han inspirado los planes pastorales de muchas Iglesias particulares al programar los objetivos para el próximo futuro.
Me dirijo en particular a vosotros, queridos Hermanos en el Episcopado, sacerdotes y diáconos, y a vosotros, agentes pastorales en los diversos ministerios, para que, teniendo la experiencia personal de la belleza del Rosario, os convirtáis en sus diligentes promotores.
Confío también en vosotros, teólogos, para que, realizando una reflexión a la vez rigurosa y sabia, basada en la Palabra de Dios y sensible a la vivencia del pueblo cristiano, ayudéis a descubrir los fundamentos bíblicos, las riquezas espirituales y la validez pastoral de esta oración tradicional.
Cuento con vosotros, consagrados y consagradas, llamados de manera particular a contemplar el rostro de Cristo siguiendo el ejemplo de María.
Pienso en todos vosotros, hermanos y hermanas de toda condición, en vosotras, familias cristianas, en vosotros, enfermos y ancianos, en vosotros, jóvenes: tomad con confianza entre las manos el rosario, descubriéndolo de nuevo a la luz de la Escritura, en armonía con la Liturgia y en el contexto de la vida cotidiana.
¡Qué este llamamiento mío no sea en balde! Al inicio del vigésimo quinto año de Pontificado, pongo esta Carta apostólica en las manos de la Virgen María, postrándome espiritualmente ante su imagen en su espléndido Santuario edificado por el Beato Bartolomé Longo, apóstol del Rosario. Hago mías con gusto las palabras conmovedoras con las que él termina la célebre Súplica a la Reina del Santo Rosario: «Oh Rosario bendito de María, dulce cadena que nos une con Dios, vínculo de amor que nos une a los Ángeles, torre de salvación contra los asaltos del infierno, puerto seguro en el común naufragio, no te dejaremos jamás. Tú serás nuestro consuelo en la hora de la agonía. Para ti el último beso de la vida que se apaga. Y el último susurro de nuestros labios será tu suave nombre, oh Reina del Rosario de Pompeya, oh Madre nuestra querida, oh Refugio de los pecadores, oh Soberana consoladora de los tristes. Que seas bendita por doquier, hoy y siempre, en la tierra y en el cielo».


Vaticano, 16 octubre del año 2002, inicio del vigésimo quinto de mi Pontificado.
JUAN PABLO II

¿Qué es el santo rosario?

El rosario es un rezo cristiano que sirve para conmemorar los 20 misterios de la vida y obra de Jesucristo y de la Virgen María. Se recitan después de anunciar cada uno de los misterios con un padre nuestro,  diez avemarías y un gloria al Padre.
El rosario tiene su origen en el año 800 d. C., y a través de los años ha ido evolucionando y transformándose hasta convertirse en la hermosa manera en que nos hace reflexionar sobre la vida de Jesús y Santa María. Podemos ofrecer nuestras oraciones solos o acompañados sin importar el lugar en que nos encontremos, y por cualquier motivo que consideremos pedirle a la Santa Madre interceder por nosotros.
El santo rosario, tal y como lo rezamos hoy en día, le fue entregado por la Virgen María a Santo Domingo de Guzmán en una aparición en el año 1214, con la intención de combatir los herejes y pecadores de esa época, encomendándole además al santo su enseñanza y propagación de esta devoción. Si no sabes como rezar el rosario, gracias a Santo Domingo y los evangelios nos explican cómo llevarlo a cabo.
Esta encomienda que nos fue dada por la Santa Virgen María, está más vigente hoy que nunca ante los tiempos difíciles por los que estamos pasando y que nos exige el compromiso de todos los católicos para fortalecer la fe y preservar nuestras tradiciones.

Cuando rezamos el rosario, dependiendo del país o de la tradición, se asocia a otras plegarias como son las letanías o las jaculatorias
Sencillamente son unas oraciones aparte, que se pueden o no rezar junto con el rosario.
Desde un punto de vista riguroso,  las letanías o jaculatorias no forman parte del Rosario ya que así lo establece la iglesia católica, pero la devoción popular hizo que se uniera al rezo del Rosario por lo cual ambas oraciones son opcionales.
Es importante aclarar este punto para no crear confusión. Cada uno tiene la libertad de rezar dichas oraciones o no, ya que lo importante es el sentimiento y el amor que hay detrás de cada rezo. A continuación veremos una breve explicación de cada tipo de estas oraciones ya que forman parte de nuestra cultura cristiana.

¿Qué son las letanías?
La tradición nos dice que las letanías son una serie de alabanzas y súplicas ordenadas y repetidas, con las que rogamos a Dios y a la Virgen María. Sin embargo, es más hermosa la definición de las letanías como “versos  que se dirigen a la Virgen, tal como cuando un hijo le dedica un poema a su madre”.
Son simple y llanamente un conjunto de alabanzas a la Virgen María, una muestra de amor y cariño a la Santa Madre de Dios.Las letanías no solo se utilizan en el santo rosario, pues son en sí mismas un acto de culto, y pueden usarse perfectamente para rendir homenaje a la Virgen en cualquier momento que lo queramos o sintamos la necesidad de comunicarnos con Ella.

Como rezar el rosario católico completo.
El Santo Rosario de la Santísima Virgen María, es uno. 
Sin embargo se han introducido algunas variaciones, y también llamamos Rosario a otras devociones diferentes como el Rosario al Espíritu Santo, o dedicados a devociones específicas como el Rosario de la Divina Misericordia; también existen rosarios diferentes al tradicional y muy regionales como el Rosario Guadalupano, rezado principalmente en México, así como también existe una forma muy reflexiva y de profunda conciencia de rezar el rosario, como lo es el Rosario Meditado, con el cual se busca alejarse de la mera repetición de oraciones sin entender el significado de las mismas, logrando comprender con ello de una mejor manera los misterios que nos revelan los evangelios y que nos describen los hechos más trascendentales de Jesucristo y la Virgen María.

Nos vamos a centrar en el rosario tradicional y clásico, cumpliendo los siguientes pasos que son iguales en todas partes y que te ayudarán a comunicarte con la Virgen e intercederá, con Dios Padre.
Por lo tanto:

– Signarse
Debes tomar el rosario entre tus manos y empieza haciendo la señal de la Santa Cruz.  Hacemos la señal cruz en la frente, boca y finalmente en el pecho, repitiendo en cada cruz con todo fervor la siguiente oración:



– Credo de los Apóstoles.
Toma con la mano la cruz que está al extremo de tu rosario y reza el credo de los Apóstoles, pudiendo en este momento hacer un acto de contrición (es algo voluntario, no obligatorio, aunque si se recomienda).



– Acto de contrición


– Las cuentas del rosario
Seguidamente, toma la primera cuenta del rosario y empieza a rezar un Padre Nuestro



Verás que a la primera le siguen tres cuentas más, que simbolizan los tres Ave María que debes rezar, los cuales son ofrecidos para aumentar la fe y la misericordia de quienes rezan el santo rosario y el propio Santo Padre. 




Una vez terminadas los Ave María, finalizas el primer grupo del rosario rezando una sola vez el Gloria.



– Los misterios del rosario
Los misterios del santo rosario los debemos anunciar con solemnidad y en forma respetuosa, pero también con alegría y convencimiento de que nuestras oraciones serán escuchadas por Dios nuestro Señor.
La tradición nos indica que los misterios del rosario se deben rezar en función del día de la semana, y se comienza anunciando el misterio correspondiente a ese día en particular para posteriormente meditar sobre él. Al meditar, debemos recrear e imaginarnos cómo transcurrieron los principales hechos de la vida de Jesucristo y la Virgen María, al tiempo que ofrecemos, agradecemos y solicitamos la intercesión de la Santa Madre por nuestras plegarias y deseos.
Debemos saber anunciar cada misterio según el día de la semana: 



Después de haber anunciado el misterio correspondiente, debemos rezar un Padrenuestro, continuamos con 10 Ave Marías y finalizamos con el Gloria. 



Terminado el Gloria, entre un misterio y otro se reza una oración Jaculatoria (Opcional) llamada la Oración de Fátima:


Recuerda que siempre se repite la misma secuencia 1 Padrenuestro, 3 Ave Marías. Después 10 Ave Marías, 1 Gloria, Anuncio del Misterio y 1 Jaculatoria opcional por cada meditación del misterio.
Después de haber rezado los 5 misterios que corresponden al día de la semana, o después de haber rezado un misterio si usaste un denario, puedes decir que ya terminaste el rosario.
Para hacer un fervoroso final de nuestro santo rosario, terminaremos con una última oración mientras sostenemos la medalla o la cruz que se encuentra en el centro del rosario.

– Oración de la Salve
La plegaria que dirás es la hermosa Oración de la Salve, como símbolo de fe, enaltecimiento y respeto a nuestra Santa Madre María:





LA VIRGEN NOS INVITA A REZAR EL ROSARIO
Algunas de las muchas ocasiones en que nuestra Madre nos invita a rezar el rosario:

EN LOURDES

Es durante el rezo del santo Rosario cuando la Santísima Virgen se le aparece a Bernardita Soubirous, en Lourdes, y lo reza con ella.



La Santísima Virgen se le apareció por primera vez a Bernardita Soubirous, de 14 años, el 11 de Febrero de 1858. El hecho tuvo lugar en la gruta de Masabielle, a orillas del río Gave.

Nos cuenta la propia Bernardita:

-“… Al levantar la cabeza mirando a la gruta vi a una Señora toda vestida de blanco, con un cinturón azul y en cada pie una rosa amarilla del color de la cadena de su rosario; las cuentas de éste eran blancas “.

“…Entonces metí la mano en el bolsillo y saqué el rosario… La Señora tomó el rosario que tenía entre sus manos e hizo la señal de la cruz… Me arrodillé y recé el Rosario en presencia de la hermosa Señora… Ella pasaba las cuentas de su rosario entre sus dedos, pero sin mover los labios. Unicamente al final de cada decena repetía conmigo el Gloria “.

“… La segunda vez fue el domingo siguiente 
( 14 de Febrero )… Llegadas allí, cogimos cada una el rosario y nos pusimos de rodillas para rezarlo. Apenas terminado el primer misterio, vi a la Señora…”

“…Llegada a la gruta
 ( el 25 de Febrero ) y después de rezar el Rosario, le pregunté su nombre de parte del Señor Párroco… Ella, con los brazos inclinados al suelo, levantó su mirada al cielo y me dijo entonces, juntando las manos a la altura del pecho: -‘ Yo soy la Inmaculada Concepción ‘. El Papa Pío IX había proclamado el dogma de la Concepción Inmaculada de María el 8 de Diciembre de 1854.

La Virgen se le apareció a Bernardita un total de 18 veces. La Virgen le habló a Bernardita en Patois ( dialecto ). Bernardita nació el 7 de Enero de 1844 y murió el 16 de Abril de 1879. Fue canonizada por Pío XI en 1933.

EN FATIMA
En las 6 apariciones de Fátima, la Virgen pidió el rezo diario del Rosario, y en la última se identificó como la Señora del Rosario.

En la primera aparición en Fátima, el 13 de Mayo de 1917, les dice la Virgen a los 3 pastorcitos:

-“ Recen el Rosario cada día para obtener la paz en el mundo y el fin de la guerra “

En la 2a aparición, el 13 de Junio del mismo año, le dice la Virgen a Lucía:

-“ Quiero que reces el Rosario cada día “

En la 3a aparición, el 13 de Julio, la Virgen le recomienda a Lucía:

-“ Yo quiero que continúes rezando el Rosario cada día, en honor de Nuestra Señora del Rosario, para obtener la paz en el mundo y el fin de la guerra, porque sólo Ella puede ayudarte “
En esta tercera ocasión Nuestra Señora les dijo: “Cuando recéis el Rosario, decid después de cada misterio: ‘Jesús mío, perdónanos, líbranos del fuego del infierno, lleva todas las almas al cielo, especialmente las más necesitadas’”.

El 19 de Agosto, en la 4a aparición, la Virgen le insiste:

-“ Quiero que continúes rezando el Rosario todos los días “

En la 5a aparición, el 13 de Septiembre:

-“ Continúen rezando el Rosario para obtener el fin de la guerra “ ( la muchedumbre rezaba el Rosario mientras esperaba la aparición ).

En la 6a y última aparición a los 3 pastorcitos, el 13 de Octubre de 1917, les dice la Virgen María:

-“ Yo soy la Señora del Rosario. Continúen siempre rezando el Rosario cada día. La guerra va a su fin y los soldados pronto regresarán a sus casas “.


En Bonata y en Tre Fontane
En 2 lugares de Italia, a una niña y a un padre de familia, la Virgen recomienda el rezo del Rosario, por la conversión de los pecadores.

Del 13 al 31 de Mayo de 1946, Nuestra Señora se le apareció a la niña Adelaida Roncalli, en Bonata, Italia, recomendándole la ” recitación ferviente y frecuente del Rosario, con la meditación de los misterios “.

Por su parte, Bruno Cornacchiola, a quien se le apareció la Virgen el 12 de Abril de 1947 en Tre Fontane, ( Roma ), dice:

-“ La Santísima Virgen… recomendó encarecidamente rogar mucho y rezar todos los días el Rosario por la conversión de los pecadores, de los incrédulos y por la unión de los cristianos “.


En Akita, Japón
En el país castigado con 2 bombas atómicas, la Virgen habla del terrible castigo que nos aguarda, y del Rosario, como único remedio eficaz para evitarlo.
En 1973, una imagen de la Santísima Virgen que derramó “ lágrimas humanas “ ( 101 veces ), le habló a la Hermana Agnes Sasagawa, religiosa del Instituto de las Siervas de la Eucaristía, en Akita, Japón. El 13 de Octubre, en el tercer mensaje, la voz procedente de la imagen “ resplandeciente con una luz deslumbrante “, le dijo:
-“ Como ya lo había anunciado anteriormente, si los hombres no se convierten el Padre dejará caer sobre toda la raza humana un gran castigo. Sin duda alguna será un castigo terrible, como jamás se ha visto. El fuego caerá del cielo. Por este castigo una gran parte de la Humanidad será aniquilada. Morirán por igual los sacerdotes y los fieles. Los hombres que sean perdonados y exceptuados tendrán grandes sufrimientos y desolación tal que envidiarán a los que estén muertos. La única arma que queda es el Rosario, y el signo dejado por mi Hijo. Cada día recen el Rosario por el Papa, los Obispos y los sacerdotes “.

-“ El demonio se filtra hasta en el interior de la Iglesia. Se levantarán Cardenales contra Cardenales, Obispos contra Obispos,… Recen mucho el Rosario. Sólo Yo puedo salvarlos de la desgracia anunciada. El que me presta su plena confianza será salvado “.



En Cuapa, Nicaragua
El rezo del Santo Rosario en Nicaragua influyó en forma determinante para que este país centroamericano recobrara su libertad y la paz.

Desde el 8 de Mayo de 1980, la Santísima Virgen se le apareció en 6 ocasiones a Bernardo Martínez, campesino, sacristán de la iglesia de Cuapa, Nicaragua. Posteriormente, él se recluyó en un seminario, trabajando como jardinero. Los sandinistas le ofrecieron tierras y casas a cambio de que negara las apariciones; posteriormente, ante su negación, lo amenazaron.

En la primera aparición, a la pregunta de Bernardo: - “ ¿ Qué quiere ? “, la Santísima Virgen le respondió:

-“ Que recen el Rosario no sólo en Mayo, sino siempre… Recen el Rosario meditando… Si rezan el Rosario, habrá paz “.

En Monte Umbe y en Garabandal

En 2 poblaciones de España, en sendas apariciones, la Virgen rezó el Rosario con las videntes, enseñándoles a rezarlo adecuadamente.

En Monte Umbe, Vizcaya, al aparecérsele a Felisa Sistiaga Orozco el 25 de Marzo de 1941, ” La Virgen llevaba un rosario enrollado en su muñeca,… un rosario de 15 misterios “, y el 24 de Diciembre de 1970 la Virgen se apareció y rezó el Rosario con Felisa y su familia.


En su diario, Conchita González, vidente de Garabandal, España, anota el domingo 2 de Julio de 1982:

-“ Ese día hablamos mucho con la Virgen, y Ella con nosotras… Rezamos el Rosario viéndola a Ella y Ella rezaba con nosotras para enseñarnos a rezarlo bien…”

Padre Gobbi, cita sobre sus locuciones marianas.

La Virgen misma nos ha ilustrado muchísimo acerca del Santo Rosario, a través del Padre Gobbi.

-“ No se asombren si en esta batalla caen los que no han querido o no han sabido usar el arma que Yo misma les he dado: la oración sencilla, humilde y mía del Santo Rosario. Es oración sencilla y humilde y, por lo tanto, es la más eficaz para combatir a Satanás, que hoy los seduce, sobre todo, con el orgullo y la soberbia “ ( 28 de Mayo de 1976 ).

” Nunca dejen el rezo del Santo Rosario, esta oración que Yo quiero con predilección y que he venido del Cielo a pedirles. Yo les he enseñado a rezarlo bien, haciendo pasar entre mis dedos las cuentas del rosario, mientras me unía a la oración de aquella pequeña hija mía a la que me aparecí en la Gruta de Masabielle “.

“ Cuando rezan el Rosario me invitan a orar con ustedes y Yo, cada vez que lo hacen, me uno verdaderamente a su oración. Así, ustedes son los pequeños hijos que rezan en torno a la Madre Celestial. Por ello, el Santo Rosario es el arma más poderosa que pueden usar en la terrible batalla que están llamados a librar contra Satanás y su ejército del mal “ ( 11 de Febrero de 1978, aniversario de la aparición de la Virgen en Lourdes ).

” Con la oración… podrán liberar un número inmenso de almas que Satanás ha logrado hacer prisioneras. La oración es una fuerza poderosa y suscita en el bien reacciones en cadena más fuertes que las reacciones atómicas “.

“ La oración que Yo prefiero es el Santo Rosario. Por eso en mis numerosas apariciones, Yo siempre invito a rezarlo, me uno a los que lo rezan, lo pido a todos con ansia y preocupación maternal “.

“ ¿ Por qué el Santo Rosario es tan eficaz ? Porque es una oración sencilla, humilde, y los forma espiritualmente en la pequeñez, en la mansedumbre, en la sencillez del corazón “.

“ Hoy, Satanás logra conquistarlo todo con el espíritu de soberbia y de rebelión contra Dios, y les tiene terror a todos los que siguen a su Madre Celestial en el camino de la pequeñez y de la humildad “.

“ La soberbia de Satanás volverá a ser vencida por la humildad de los pequeños, y el Dragón rojo se sentirá definitivamente humillado y derrotado, cuando Yo lo ate, no con una gruesa cadena, sino con una cuerda fragilísima: la del Santo Rosario “ ( Fort Lauderdale, Florida, 7 de Octubre de 1983 ).

” Ustedes me veneran como la Virgen del Santo Rosario. El Rosario es mi oración, es la oración que Yo vine a pedirles desde el Cielo, porque es el arma que deben usar en estos tiempos de la gran batalla y es el signo de mi victoria segura “.

“… La cadena con la cual el gran Dragón debe ser atado es formada por la oración hecha conmigo y por mi medio. Esta oración es el Santo Rosario… La cadena del Santo Rosario tiene ante todo la tarea de limitar la acción de mi adversario “.

“ Cada Rosario que ustedes rezan conmigo tiene el efecto de reducir la acción del Maligno, de sustraer las almas de su influencia maléfica… La cadena del Santo Rosario tiene también el efecto de encadenar a Satanás, es decir, de hacer impotente su acción y de disminuir y debilitar cada vez más la fuerza de su poder diabólico. Por esto cada Rosario bien rezado es un duro golpe infligido al poder del mal, es una parte de su reino que es destruída. La cadena del Santo Rosario logra finalmente hacer a Satanás totalmente inofensivo “( Blumenfeld, Alemania, 7 de Octubre de 1992 ).

” El Rosario, que ustedes rezan, tiene una potencia fuertísima contra el mal y las numerosas seducciones de mi adversario “.

“ Al dominio de Satanás que se extiende, a la esclavitud del pecado que somete a tantos de mis hijos, al mal que pone su veneno en los corazones, a las insidias del Maligno que se vuelven engañosas y peligrosas, a la fuerza potente de la masonería que logra insinuarse dondequiera, al culto satánico que se difunde, respondan con la oración del Santo Rosario. Esta es mi oración, es su oración “ ( Roma, 1o de Mayo de 1994 ).
 



15 Promesas de la Virgen María a quienes recen el Rosario
Cuenta la tradición que, en la segunda mitad del siglo XV, la Virgen María se le apareció al Beato dominico Alano de la Rupe, quien escribió el famoso libro “De Dignitate Psalterii” (De la dignidad del Salterio de María), en el cual relata cómo la Virgen pide a Santo Domingo de Guzmán que propague el rezo del Santo Rosario.
Según el Beato Alano, estas son las promesas de Nuestra Señora para quienes rezan frecuentemente y con devoción la oración mariana:
1. Aquellos que recen con enorme fe el Rosario recibirán gracias especiales.
2. Prometo mi protección y las gracias más grandes a aquellos que recen el Rosario.
3. El Rosario es un arma poderosa para no ir al infierno: destruye los vicios, disminuye los pecados y nos defiende de las herejías.
4. Se otorgará la virtud y las buenas obras abundarán, se otorgará la piedad de Dios para las almas, rescatará a los corazones de la gente de su amor terrenal y vanidades, y los elevará en su dedeo por las cosas eternas. Las mismas almas se santificarán por este medio.
5. El alma que se encomiende a mí en el Rosario no perecerá.
6. Quien rece el Rosario devotamente, y lleve los misterios como testimonio de vida no conocerá la desdicha. Dios no lo castigará en su justicia, no tendrá una muerte violenta, y si es justo, permanecerá en la gracia de Dios, y tendrá la recompensa de la vida eterna.
7. Aquel que sea verdadero devoto del Rosario no perecerá sin los Sagrados Sacramentos.
8. Aquellos que recen con mucha fe el Santo Rosario en vida y en la hora de su muerte encontrarán la luz de Dios y la plenitud de su gracia, en la hora de la muerte participarán en el paraíso por los méritos de los Santos.
9. Libraré del purgatorio a a quienes recen el Rosario devotamente.
10. Los niños devotos al Rosario merecerán un alto grado de Gloria en el cielo.
11. Obtendrán todo lo que me pidan mediante el Rosario.
12. Aquellos que propaguen mi Rosario serán asistidos por mí en sus necesidades.
13. Mi hijo me ha concedido que todo aquel que se encomiende a mí al rezar el Rosario tendrá como intercesores a toda la corte celestial en vida y a la hora de la muerte.
14. Son mis niños aquellos que recitan el Rosario, y hermanos y hermanas de mi único hijo, Jesús Cristo.
15. La devoción a mi Rosario es una gran señal de profecía.

El Poder del Santo Rosario
El Santo Rosario es tan poderoso que desarma a satanás. Cambia los corazones tibios en corazones ardientes por el Amor de Jesucristo.
El Santo Rosario se debe rezar pausadamente, recemos con amor, recordemos que los Misterios son la descripción grafica de la vida de nuestro Señor Jesucristo.

Durante el rezo del Padrenuestro estamos Santificando al Padre Celestial y proclamando su Reino. 
En las Ave Marías, estamos recordándole a Maria Santísima la Anunciación del Verbo Divino y Santificando a Jesús en su Vientre Virginal. Durante el “Santa Maria” le estamos hacienda una súplica. En el Gloria, estamos glorificando a la Santísima Trinidad.