"María,
hija de Israel, tú has proclamado la misericordia ofrecida a los hombres, de
edad en edad, por el amor misericordioso del Padre"
S.S Juan Pablo II
Audiencia General. 10-1-1979
En el momento de la Anunciación María, «excelsa Hija de Sión»,
recibe el saludo del ángel como representante de la humanidad, llamada a dar su
consentimiento a la encarnación del Hijo de Dios.
(Lumen
gentium, 55)
Sobre todo
por su origen histórico, la comunidad de los cristianos está vinculada al
pueblo judío.
En efecto,
aquél en quien ella ha cifrado su fe, Jesús de Nazaret, es hijo de ese pueblo.
Lo son
igualmente los Doce que él escogió " para que estuvieran con él y para
enviarlos a predicar " (Mc 3,14). Al principio, la predicación apostólica
no se dirigía más que a los judíos y a los prosélitos, paganos asociados a la
comunidad judía (cf. Hch 2,11).
El
cristianismo ha nacido, por tanto, en el seno del judaísmo del siglo I.
Se ha ido
separando progresivamente de él, pero la Iglesia nunca ha podido olvidar sus
raíces judías, claramente atestiguadas en el Nuevo Testamento; reconoce incluso
a los judíos una prioridad, pues el evangelio es " fuerza divina para la
salvación de todo aquel que cree, del judío primeramente y también del griego
" (Rom 1,16).
Tomado
de: PONTIFICIA COMISIÓN BÍBLICA
http://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cfaith/pcb_documents/rc_con_cfaith_doc_20020212_popolo-ebraico_sp.html
La
revelación en la historia como "Palabra de Dios" en el Judaísmo y en
el Cristianismo
21. En el
Antiguo Testamento encontramos el programa del plan salvífico de Dios trazado
para su Pueblo (cf. "Dei verbum", 14).
Este plan de salvación está
expresado de un modo iluminador al principio de la historia bíblica en la
llamada a Abrahán (Gn 12ss). Para revelarse a sí mismo y hablar a la humanidad,
redimiéndola del pecado y congregándola en un solo pueblo, Dios empezó
eligiendo al Pueblo de Israel a través de Abrahán y separando a este Pueblo.
Dios se reveló a este Pueblo gradualmente a través de sus enviados, los profetas,
como el Dios verdadero, el único Dios, el Dios viviente, el Dios redentor. Esta
elección divina configuró al Pueblo de Israel. Sólo después de la primera gran
intervención del Dios redentor, la liberación de la esclavitud de Egipto (cf.
Ex 13:17ss), y del establecimiento de la Alianza en el Sinaí (Ex 19ss), hizo
que las doce tribus formasen de verdad una nación con la conciencia de ser el
Pueblo de Dios, los portadores de su mensaje y sus promesas, testigos de su
favor misericordioso en medio a las naciones y también para las naciones (cf.
Is 26:1-9; 54; 60; 62). Para instruir a su Pueblo sobre cómo cumplir su misión
y trasmitir la revelación a él confiada, Dios otorgó a Israel la Ley, que le
mostraba cómo tenía que vivir (cf. Ex 20; Dt 5) y lo distinguía de los otros
pueblos.
22. Al
igual que la misma Iglesia en nuestros días, también Israel lleva el tesoro de
su elección en vasos frágiles. La relación de Israel con su Señor constituye la
historia de su fidelidad y de su infidelidad. Para cumplir su designio de
salvación, a pesar de la pequeñez y debilidad de los instrumentos elegidos,
Dios manifestó su misericordia, la gratuidad de sus dones y una fidelidad a sus
promesas
Tomado
de:
http://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cfaith/pcb_documents/rc_con_cfaith_doc_20020212_popolo-ebraico_sp.html
La Santísima Virgen María nació en Nazaret.
Una antigua tradición, que arranca del siglo II, atribuye los
nombres San Joaquín y Santa Ana a los padres de la Santísima Virgen María. El
culto a santa Ana se introdujo ya en la Iglesia oriental en el siglo VI, y pasó
a la occidental en el siglo X; el culto a san Joaquín es más reciente.
Todo lo que se conoce de ellos, incluso sus nombres, procede de
literatura apócrifa: el Evangelio de la Natividad de María, el Evangelio
apócrifo de Mateo y el Protoevangelium de Santiago. El más antiguo de estos se
remonta alrededor del 150 ad. En el
Oriente el Protoevangelium gozaba de gran autoridad, algunas porciones se leían
en las fiestas de la Virgen María. En el Occidente, sin embargo, fue rechazado
por los Padres de la Iglesia. En el siglo XIII, partes del Protoevangelium de
Santiago fue incorporado por Jacobus de Vorágine en su "Leyenda
Dorada". Desde entonces la historia
de Santa Ana se propagó por el Occidente hasta convertirse en una de las santas
más populares de la Iglesia latina.
Los escritos llamados "apócrifos" no fueron aceptados
por la Iglesia como parte del canon de las Sagradas Escrituras porque contienen
muchos datos que no son confiables. Pero
si contienen algunos datos de documentos históricos. Lo difícil es distinguir
en ellos el grano bueno de la paja.
El Protoevangelium nos ofrece la siguiente historia: En Nazaret
vivían Joaquín y Ana, una pareja rica y piadosa pero que no tenía hijos. Cuando
en una fiesta Joaquín se presentó para ofrecer sacrificio en el Templo, fue
rechazado por un tal Rubén, bajo el pretexto de que hombres sin descendencia no
eran dignos de ser admitidos. Joaquín,
cargado de pena, no volvió a su casa sino que se fue a las montañas a
presentarse ante Dios en soledad. También Ana, habiendo conocido la razón de la
prolongada ausencia de su esposo, clamó al Señor pidiéndole que retirase de
ella la maldición de la esterilidad y prometiéndole dedicar su descendencia a
Su servicio.
Sus oraciones fueron escuchadas; un ángel visitó a Ana y le
dijo: "Ana, el Señor ha mirado tus lágrimas; concebirás y darás a luz y el
fruto de tu vientre será bendecido por todo el mundo". El ángel hizo la
misma promesa a Joaquín, quién volvió a donde su esposa. Ana dio a luz una hija a quien llamó Miriam
(María). Esta historia se parece a la de
la concepción de Samuel en las Sagradas Escrituras, cuya madre se llamaba
también Ana (1 Re 1).
Según una tradición antigua, los padres de la Santísima Virgen,
siendo Galileos, se mudaron a Jerusalén.
Allí, según la misma tradición, nació y se crio la Virgen Santísima.
Allí también murieron estos venerables santos. Una iglesia, conocida en
diferentes épocas como Santa María, Santa María ubi nata est, Santa María en
Probatica, Santa Probatica y Santa Ana, fue construida en el siglo IV,
posiblemente por Santa Elena (madre del emperador Constantino), sobre el lugar
de la casa de San Joaquín y Ana. Sus
tumbas fueron honradas hasta el final del siglo IX, cuando los invasores
musulmanes la convirtieron en una escuela.
La cripta, que originalmente contenía las santas tumbas, fue descubierta
el 18 de marzo de 1889.
Sermón de san Juan Damasceno, obispo
Por
sus frutos los conoceréis
Ya que estaba determinado que la Virgen Madre de Dios nacería de Ana, la naturaleza no se atrevió a adelantarse al germen de la gracia, sino que esperó a dar su fruto hasta que la gracia hubo dado el suyo. Convenía, en efecto, que naciese como primogénita aquella de la había de nacer el primogénito de toda la creación, en el cual todo se mantiene.
¡Oh bienaventurados
esposos Joaquín y Ana! Toda la creación os está obligada, ya que por vosotros
ofreció al Creador el más excelente de todos los dones, a saber, aquella madre
casta, la única digna del Creador.
Alégrate, Ana, la
estéril, que no dabas a luz, cantar de júbilo, la que no tenías dolores. Salta
de gozo, Joaquín, porque de tu hija un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha
dado, y será llamado: «Ángel del gran de designio» de la salvación universal,
«Dios guerrero». Este niño es Dios.
¡Oh bienaventurados
esposos Joaquín y Ana, totalmente inmaculados! Sois conocidos por el fruto de
vuestro vientre, tal como dice el Señor: Por sus frutos los conoceréis. Vosotros
os esforzasteis en vivir siempre de una manera agradable a Dios y digna de
aquella que tuvo en vosotros su origen. Con vuestra conducta casta y santa,
ofrecisteis al mundo la joya de la virginidad, aquella que había de permanecer
virgen antes del parto en el parto y después del parto; aquella que, de un modo
único y excepcional, cultivaría siempre la virginidad en su mente, en su alma y
en su cuerpo.
¡Oh castísimos
esposos Joaquín y Ana! Vosotros, guardando la castidad prescrita por la ley
natural, conseguisteis, por la gracia de Dios, un fruto superior a la ley
natural, ya que engendrasteis para el mundo a la que fue madre de Dios sin
conocer varón. Vosotros, comportándoos en vuestras relaciones humanas de un
modo piadoso y santo, engendrasteis una hija superior a los ángeles, que es
ahora la reina de los ángeles. ¡Oh bellísima niña, sumamente amable! ¡Oh hija
de Adán y madre de Dios! ¡Bienaventuradas las entrañas y el vientre de los que
saliste! ¡Bienaventurados los brazos que te llevaron, los labios que tuvieron
el privilegio de besarte castamente, es decir, únicamente los de tus padres,
para que siempre y en todo guardaras intacta tu virginidad!
Aclama al Señor,
tierra entera; gritad, vitoread, tocad. Alzad fuerte la voz, alzadla, no
temáis.
LA INMACULADA CONCEPCIÓN
El Dogma de la Inmaculada Concepción establece que María fue
concebida sin mancha de pecado original. El dogma fue proclamado por el Papa
Pío IX, el 8 de diciembre de 1854, en la Bula Ineffabilis Deus.
"Declaramos, pronunciamos y definimos que la doctrina que
sostiene que la Santísima Virgen María, en el primer instante de su concepción,
fue por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente en previsión de los méritos
de Cristo Jesús, Salvador del genero humano, preservada inmune de toda mancha
de culpa original, ha sido revelada por Dios, por tanto, debe ser firme y
constantemente creída por todos los fieles."
Relato de La inmaculada concepción
El ENCUENTRO DE
JOAQUÍN Y ANA BAJO LA PUERTA DORADA
A Joaquín le habían
llevado al Santo por indicación divina. Ahora, por una inspiración parecida le
llevaron al pasadizo sagrado que discurre por debajo del suelo del Templo y de
la Puerta Dorada. He tenido comunicaciones sobre el significado y formación de
este pasadizo durante la construcción del Templo así como de su destino, pero
ya no soy capaz de repetirlas detalladamente. Creo que había un rito de
reconciliación, y de bendición para los estériles, relacionado con el uso de
este pasadizo, que también se usaba en determinadas circunstancias para
purificar, reconciliar, absolver y cosas parecidas.
Los sacerdotes
llevaron a Joaquín a este pasadizo por una puertecita de la zona del Patio de
los Sacrificios y allí se volvieron, mientras Joaquín seguía por ese camino que
iba bajando.
Ana había llegado
al Templo con la criada que le llevaba las jaulas con las palomas para la
ofrenda; entregó su ofrenda y reveló a un sacerdote que un ángel la había
ordenado encontrarse con su marido bajo la Puerta Dorada. Entonces vi que,
guiada por sacerdotes y acompañada de mujeres venerables entre las que me
parece que estaba la profetisa Hanna, entró por el acceso situado al otro
extremo del pasadizo sagrado, tras lo cual sus acompañantes la dejaron sola.
La disposición de
este pasadizo me pareció maravillosa: Joaquín pasó la puertecita y luego el
camino bajó mucho; al principio era angosto pero luego se ensanchaba. Sus
paredes refulgían doradas y verdes, y arriba lucía una luz rojiza. Vi hermosas
columnas retorcidas como árboles y vides.
Cuando Joaquín hubo
recorrido más o menos un tercio del pasadizo, llegó a un lugar en cuyo centro
había una columna en forma de palmera con hojas y frutos colgantes, y Ana vino
a su encuentro resplandeciendo de alegría. Se abrazaron con santa alegría y
compartieron su dicha; estaban arrobados y rodeados de una nube de luz que
salía de una muchedumbre de ángeles que bajaban cerniéndose sobre ellos y que
traían la aparición de una alta torre luminosa. La torre era como las que veo
formarse en los cuadros de la Letanía Lauretana: torre de David, torre de
marfil y otras. Vi como si la torre desapareciera entre Ana y Joaquín, y que a
éstos los rodeó una gloria de luz.
Supe después que a
consecuencia de las gracias que recibieron aquí, la concepción de María había
sido tan pura como todas lo hubieran sido sin el pecado original. Al mismo
tiempo tuve una indecible visión: se abrió el cielo sobre ellos y vi la alegría
de la Santísima Trinidad y de los ángeles, y su participación en la misteriosa
bendición impartida aquí a los padres de María.
Después, Ana y
Joaquín caminaron bajo la Puerta Dorada alabando a Dios hasta la salida. Hacia
el final, el camino volvía a subir. Salieron debajo de una arcada alta y
hermosa a una especie de capilla en la que ardían muchas luces; los sacerdotes
los recibieron aquí y los acompañaron a la salida.
La Santísima Virgen María en el Templo
Es en una antigua y piadosa tradición que se observa en varias
revelaciones privadas y en el escrito apócrifo llamado "Protoevangelio de
Santiago".
Este relato cuenta que cuando la Virgen María era muy niña sus
padres San Joaquín y Santa Ana la llevaron al templo de Jerusalén y allá la
dejaron por un tiempo, junto con otro grupo de niñas, para ser instruida muy
cuidadosamente respecto a la religión y a todos los deberes para con Dios.
Varias referencias bíblicas parecen aludir a la existencia de
una comunidad femenina dentro del recinto sagrado.
El Antiguo Testamento habla de “las mujeres que velaban en la entrada del tabernáculo de la
reunión”, aunque no se sabe cuál era su misión ni si vivían ciertamente dentro
de la casa de Dios. Por otra parte, San Lucas dice en su evangelio que la
profetisa Ana “no se apartaba del templo, sirviendo con ayunos y oraciones de
noche y día”.
“Que había habitaciones en el templo para los sacerdotes, las
personas consagradas y los servidores del mismo, lo sabemos por la historia del
niño Samuel y del sacerdote Helí.”
Sin embargo, no tenemos ninguna referencia bíblica de que
hubiera nunca niñas en el templo de Jerusalén.
“La tradición de la Iglesia dice que María se educó en el templo.
Si así fue, influiría para ello su parentesco con Zacarías, el
cual podía hacer valer sus derechos. El voto de los padres de la Virgen y la
ofrenda de Nuestra Señora en el templo encaja perfectamente dentro del ambiente
religioso y psicológico del pueblo de Israel. La esterilidad era un oprobio
para los hebreos, y frecuentemente los israelitas ofrecían votos al Señor
pidiéndole hijos a cambio de ofrecérselos a Él. La ley autorizaba a rescatar a
las personas así consagradas, y la forma de hacerlo se establece minuciosamente
en los libros sagrados; pero sabemos que a veces no se ejercía ese derecho,
como en el caso del pequeño Samuel, que quedó en el templo desde su infancia”.
Relato de La entrega de la Santísima Virgen al
Templo
Tomado del Libro de Revelaciones: LA VIDA OCULTA DE LA VIRGEN
MARÍA de la BEATA Ana Catalina Emmerick
LA DEDICACIÓN DE LA
SANTÍSIMA VIRGEN
Después de la
ofrenda, en la puerta que permitía mirar desde el Patio de las Mujeres al Patio
de las Ofrendas instalaron un altar portátil, una mesa de ofrendas revestida,
así como algunos escalones para subir a él.
Del Patio de
Ofrendas vinieron Zacarías y Joaquín con un sacerdote a este altar, delante del
cual estaban otro sacerdote y dos levitas con rollos y recado de escribir. Ana
les llevó la Niña María. Algo más atrás estaban las niñas que habían acompañado
a María.
María se arrodilló
en los escalones y Joaquín y Ana la pusieron las manos sobre la cabeza.
El sacerdote la
cortó unos cabellos y los quemó en el fuego. Los padres dijeron también unas
palabras para ofrecer a su hija y ambos levitas las copiaron. Mientras tanto, las
niñas cantaban el salmo 44: « Eructavit cor meum verbum bonum» y el 49: «Deus, deorum
Dominus, locutus est», que los chicos acompañaban con su música.
Entonces vi que dos
sacerdotes llevaron a María de la mano a un lugar elevado en la pared de
separación que separaba el Atrio del Santo de los demás espacios. Pusieron a la
niña en una especie de nicho en mitad de la pared de modo que pudiera mirar
hacia abajo dentro del Templo, donde estaban muchos hombres de pie en
formación, que también me parecieron prometidos al Templo.
Dos sacerdotes
estaban de pie a ambos lados de María, y más abajo, en los escalones, otros que
rezaban en voz alta y leían de los rollos.
El lado de allá de
la pared de separación estaba tan alto, que solo se podía ver a medias a un
sacerdote anciano junto al Altar de los Perfumes. Vi que llevaron una ofrenda
de incienso y que la nube de humo se extendió en torno a la Niña María.
Mientras hacía todo
esto, apareció una imagen simbólica de la Santísima Virgen que terminó por
llenar y oscurecer el Templo:
Debajo del corazón
de María vi una gloria que supe que abarcaba la Promesa y la Bendición altísima
de Dios. A esta gloria la vi como rodeada del arca de Noé, y que sobresalía de
ella la cabeza de la Santísima Virgen. A continuación vi que, dentro de la gloria,
la figura pasó del arca de Noé al Arca de la Alianza, y que enseguida rodeó a
ésta la aparición del Templo.
Entonces vi
desaparecer de aquella gloria todas estas formas, y que de ésta salió a ponerse
ante el pecho de María como el cáliz de la Última Cena, sobre el que apareció delante
de su boca un pan marcado con una cruz. A ambos lados salían numerosos rayos en
cuyo extremo aparecían imágenes de muchos misterios y símbolos de la Santísima
Virgen, como por ejemplo, todas las invocaciones de la Letanía Lauretana. Dos
ramas distintas se apoyaban en sus hombros derecho e izquierdo y se cruzaban;
eran ramas de olivo y ciprés (o de cedro y ciprés) sobre una palmera fina a la
que justo detrás le salía un pequeño arbusto con hojas.