Las Lágrimas de la Santísima Virgen
(Tomado de https://www.corazones.org)
La Virgen María sufrió muchas penas y dolores.
Simeón le anuncia que
¨"una espada traspasaría su corazón" (Lc 2, 35). Y los cuatro
evangelistas nos narran acontecimientos que no podían menos de causar un
profundo dolor en María.
El libro del Apocalipsis, nos describe a la "Mujer vestida de sol,
con la luna a sus pies y coronada con una corona de doce estrellas...y nos dice
que "gritaba con dolores de parto" (Ap 12,1_2). Estos dolores son los
que le produjo el parto sobrenatural de la Iglesia y de los miembros del cuerpo
místico de su Hijo. El parto donde María nos recibe a todos como hijos, ocurrió
al pie de la cruz de su Amado Hijo Jesús. Y María, seguirá sufriendo dolores de
parto hasta que su Hijo no haya nacido en todos los corazones de los hombres.
Sabemos que Cristo lloró al predecir la ruina de Jerusalén (Lc 19,41) y
que también, derramó lágrimas ante el dolor de Marta y María por la muerte de
Lázaro (Jn 11,35). De la Santísima. Virgen María, los evangelios no nos lo dice
de forma explícita, pero al narrarnos situaciones dolorosas en las que ella
participó plenamente en su misión de asociada a la obra redentora, o sea, como
corredentora, debemos concluir que, si Ella realmente sufrió, debió entonces
haber llorado, derramado muchas lágrimas de sus ojos tan puros.
Llorar no es imperfección cuando el motivo del llanto es santo. Llorar no
es efecto de debilidad, sino de fina sensibilidad.
Llorar a impulsos
del amor divino es un don de Dios, don que solo a grandes almas se
concede.
San Francisco de Asís, lloraba tanto por sus pecados, que cuando uno
visita la Basílica de Santa María de los Ángeles, en donde se encuentra la
Porciúncula y otros lugares cruciales para la vida del santo, encontramos una
cueva que se llama ¨la capilla de las lágrimas¨. Esta capilla es la cueva donde
San Francisco muchas veces lloró al contemplarse tan pecador ante la santidad
de Dios.
Las siete
espadas de la Santísima Virgen
La Iglesia nos invita a meditar en los dolores de la Virgen,
especialmente en siete de ellos. Siete es un número que en lenguaje bíblico es
símbolo de plenitud o totalidad.
Los siete dolores de la Virgen que meditamos especialmente en el rosario
llamado así, son los siguientes:
1) la profecía de Simeón
2) la huida a Egipto
3) la pérdida de Jesús Niño en Jerusalén
4) el encuentro con Jesús camino del calvario
5) la muerte de Cristo en la Cruz
6) cuando bajan a Jesús de la Cruz y le colocan en sus brazos el cuerpo muerto de su Hijo
7) cuando sepultan a Jesús
2) la huida a Egipto
3) la pérdida de Jesús Niño en Jerusalén
4) el encuentro con Jesús camino del calvario
5) la muerte de Cristo en la Cruz
6) cuando bajan a Jesús de la Cruz y le colocan en sus brazos el cuerpo muerto de su Hijo
7) cuando sepultan a Jesús
Estos representan los siete momentos culminantes de los dolores de la
Virgen. Y se han representado esos siete dolores, con siete espadas que
traspasan el corazón de Nuestra Madre.
Notemos, que estos siete dolores están en relación con Jesús, porque el
sufrimiento de María proviene de su total comunión con el Redentor. Sus
corazones eran y son uno. Es por esta unión que los sufrimientos de Cristo, son
los de Su Madre, y los de María, son los del Corazón de Cristo.
Hay en ellos
una perfecta reciprocidad en el amor y en el dolor.
Fueron tantas las espadas de la Madre como los dolores del Hijo. Cada
punzada que daban a Jesús en el cuerpo, era una lanza que traspasaba,
espiritualmente, al Corazón de la Virgen; cada bofetada, cada azote, cada
llaga...eran puñaladas que daban a su Corazón materno, tan tierno y noble.
San
Bernardo, el gran doctor mariano, nos
dice: "En verdad, Madre santa, una espada traspaso tu alma.
Jamás, esta espada no hubiera penetrado en la carne de tu Hijo sin
atravesar tu alma. Por lo tanto, te llamamos mas que mártir, ya que tus
sentimientos de compasión superaron las sensaciones del dolor corporal"
...y las
setecientas.....
Aunque siempre se han meditado los siete dolores de la Virgen, no hay que
olvidar que siete no es un numero de limite o finito, sino de totalidad y
plenitud. "Oh corazón virginal, pintado con siete espadas, y con
setecientos deberían de pintarte. No tienen cuenta las estrellas del cielo, ni
las gotas del mar, con los dolores de la Virgen María". (San Bernardo)
La vida
dolorosa de la Virgen
Los dolores de Nuestra Señora, no deben reducirse a los que sufrió en el
Calvario. "Toda la vida de Cristo fue cruz y martirio" (Tomas
Kempis). De una manera semejante podemos afirmar que toda la vida de su Madre
fue vida de llanto bienaventurado.
¿Sufrió María?
·
Desde sus tiernos años al ver los
pecados del mundo y el olvido a Dios.
·
Al ver las zozobras de S. José y al
abandonar totalmente a Dios la defensa de su causa.
- ·
Al ver todas las puertas cerradas
al Dios que venía a este mundo hecho hombre.
- ·
Al escuchar el anuncio profético de
que su Hijo había de ser señal de contradicción y que una espada atravesaría su
propio corazón.
- ·
Al salir precipitadamente a Egipto
para evitar que Herodes asesinara a su Hijo.
- ·
Al vivir los tres días
interminables de tinieblas al haber perdido a su Hijo en Jerusalén.
- ·
Cuando murió San José, quien era su
apoyo, ayuda y compañero. El siervo fiel y prudente.
- ·
Cuando ella queda sola pues su Hijo
salió de Nazaret y empieza su vida pública.
- ·
Cuando sabe de todas las burlas,
ataques y persecuciones que tiene Jesús por su enseñanza. Por la incredulidad,
la aspereza, la ceguera, la obstinación, el odio, la dureza de los corazones
que no aceptaban a Jesús.
- ·
Al saber a Jesús apresado,
traicionado, abandonado, azotado, coronado de espinas, condenado a muerte.
- ·
Al encontrarse con su Hijo, todo
destrozado, cargando una cruz y en el camino a la crucifixión.
- ·
Al ver a su hijo morir en una cruz.
- ·
Cuando lo pusieron en su regazo maternal.
- ·
En la honda y amarga soledad del
sábado santo, al quedarse sin el hijo de sus entrañas.
- ·
Al ver los primeros golpes que
recibió el Cuerpo místico de su Hijo, la Iglesia. Al saber que los apóstoles
eran perseguidos, azotados, lapidados, encarcelados y martirizados.
- ·
Al ver que su estancia en la tierra
se prolongaba y que su ansia de estar con su Hijo no llegaba.
Una característica del amor de María es que es un amor fiel y dispuesto a
llegar hasta el más grande dolor por ese amor. Y es que Amor que no es fiel en
los momentos de dolor, es apariencia, farsa, caricatura del amor. Por el
contrario, amor que permanece fiel en la tribulación, en el desamparo, en la
ausencia, en el sufrimiento, no solo se demuestra como amor auténtico y real,
sino que se depura y purifica como el oro en el crisol, se aumenta y agiganta
como llama que prende en leña seca, se consolida y fortalece como piedra que en
invierno hunde sus raíces en la tierra.
¡¡La Santísima Virgen lloró, y lloró mucho!! María lloró en su vida
terrena y lo que es mas admirable todavía, que, aunque está ya en el cielo
gozando de la promesa de consolación, ella continúa llorando por nosotros y por
las ofensas que nosotros los hombres cometemos en contra de su Hijo.
En La
Salette (ver), a mediados del siglo pasado en un período durante el cual el
cristianismo en Francia afronta una creciente hostilidad. Lloró en Fátima,
cuando los niños describen la tristeza de la Virgen al hablar de cuan ofendido
es Dios por los pecados y muestra a los pastorcitos el horror del infierno y
cuantas almas están yendo a él. En Lourdes se ha aparecido llorando, apenada y
dolorosa, exhortando a la penitencia para evitar las tragedias y castigos a la
humanidad. Y en Siracusa, al final de la segunda guerra mundial, quiso
obrar el singular milagro de que una sencilla imagen llorara lágrimas reales
que se pudieron observar y ver, y lo que es mas prodigioso, recoger y analizar,
comprobándose que realmente se trataba de lágrimas de la misma composición que
las lágrimas humanas.
También en ese período llora la imagen de la Virgen de Czestochowa, Polonia.
En Civitavecchia, pequeña ciudad en las afueras de Roma, solo hace
unos pocos años, una imagen de la Virgen de Medjugorje, lloró Sangre,
milagro que fue oficialmente reconocido por el obispo de la diócesis. Muchas
imágenes de la Rosa Mística han manifestado lacrimaciones de agua y de sangre.
¿Qué nos quiere decir nuestra Madre llorando a través de imágenes?
¿Por qué
llora la Virgen si está en el cielo?
Veamos lo que dice el Papa Pio XII con motivo de la celebración del año
Mariano de 1954, en referencia a las lágrimas de la estatua de Siracusa:
"Sin duda María es en el cielo eternamente feliz y no sufre dolor ni
tristeza; pero no es insensible, antes bien alienta siempre al amor y la piedad
para el desgraciado género humano, a quien fue dada por Madre, cuando dolorosa
y llorando, estaba al pie de la cruz. ¿Comprenderán los hombres el lenguaje de
aquellas lágrimas de María?
Eran sobre el Gólgota lágrimas de compasión por Jesús y de tristeza por
los pecados del mundo. ¿Llora todavía por las renovadas llagas producidas en el
Cuerpo Místico de Jesús? O ¿llora por tantos hijos a quienes el error y el
pecado han apagado la vida de la gracia y ofenden gravemente a Dios? O ¿son las
lágrimas de espera por el retorno de los hijos suyos, un día fieles y hoy
arrastrados por falsos encantos entre los enemigos de Dios?
El Santo Padre Juan Pablo II, dijo en su visita pastoral al Santuario
"Nuestra Señora de las lágrimas" en Siracusa:
"Las lágrimas de la Virgen pertenecen al orden de los signos:
testimonian la presencia de la Madre en la Iglesia y en el mundo. Una madre llora
cuando ve a sus hijos amenazados por algún mal, espiritual o físico. María
llora participando en el llanto de Cristo por Jerusalén, junto al sepulcro de
Lázaro y, por último, en el camino de la cruz. Las lágrimas de la Madre son:
Lágrimas de dolor: por cuantos rechazan el amor de Dios y por la
humanidad oprimida y rota.
Lágrimas de oración: de la Madre que eleva su oración suplicante por los
que no rezan, por los que están obstinados y cerrados para no escuchar a Dios.
Lágrimas de esperanza: que desean ablandar los corazones endurecidos,
alcanzado arrepentimiento, llanto de conversión en todos aquellos que no han
llorado por sus pecados.
Nuestro Señor dijo a la Hna. Lucía en sus apariciones en Pontevedra:
"Mira el Corazón de tu Madre rodeado de espinas por todas las ofensas e
injurias con que se le hiere. Al menos tú, procura consolarle."
Escuchemos todos este llamado del Señor, convirtámonos en almas
consoladoras y reparadoras del Inmaculado Corazón.
Las lágrimas de la Virgen y Juan Pablo II
El Papa ha hecho referencia en varias ocasiones a las
lágrimas de la Virgen.
El 31 de
agosto, 2003, el Papa consagró a Europa y a todo
el mundo -especialmente las regiones- que más sufren, a las lágrimas de la Virgen
María.
El Papa recordó la "Virgen de las
Lágrimas" de Siracusa, Sicilia(Italia), por el “milagro de las
lágrimas"
ocurrido hace 50 años (1953) y reconocido por el
Papa Pío XII. El
Papa Juan Pablo II la invocó para pedirle
protección para “quienes tienen más necesidad de perdón y reconciliación” y
para que lleve “concordia a las familias y paz entre los pueblos”. El Papa añadió: “A
ti, dulce Virgen de las Lágrimas, presentamos a la Iglesia y al mundo entero. Enjuga las lágrimas
que el odio y la violencia provocan en muchas regiones de la Tierra,
especialmente en el Medio Oriente y en el Continente africano”.
Las
lágrimas de la Virgen testimonian su presencia.
"Virgen de las Lágrimas"
San Juan Pablo II
"Virgen de las Lágrimas"
San Juan Pablo II
Catequesis
del Santo Padre, 6 de noviembre de 1994
1. Hay un lugar en Jerusalén, en la ladera del Monte de los Olivos,
donde, según la tradición, Cristo lloró por la ciudad de Jerusalén. En esas
lágrimas del Hijo del hombre hay casi un eco lejano de otro llanto al que se
refiere la primera lectura tomada del libro de Nehemías. Después del regreso de
la esclavitud Babilónica, los Israelitas decidieron reconstruir el templo. Pero
antes escucharon las palabras de la sagrada Escritura y del sacerdote Esdras,
que bendijo después al pueblo con el libro de la Ley. En ese momento todos
rompieron en llanto. En efecto, leemos que el gobernador Nehemías y el
sacerdote Esdras dijeron a los presentes: "Este día está consagrado al
Señor, vuestro Dios; no estéis tristes ni lloréis". "No estéis
tristes, la alegría del Señor es vuestra fortaleza" (Ne 8, 9. 10). El
llanto de los israelitas era de alegría por haber recuperado el templo y haber
reconquistado la libertad.
2. Por el contrario, el llanto de Cristo en el Monte de los Olivos no fue
de alegría, En efecto, exclamó: "¡Jerusalén, Jerusalén, la que mata a los
profetas y apedrea a los que le son enviados! ¡Cuántas veces he querido reunir
a tus hijos, como una gallina reúne a sus pollos bajo las alas, y no habéis
querido! Pues bien, se os va a dejar desierta vuestra casa" (Mt 23,
37-38).
En el llanto de Jesús por Jerusalén se manifiesta su amor a la ciudad
santa y, al mismo tiempo, el dolor que experimentaba por su futuro no lejano,
que prevé: la ciudad será conquistada y el templo destruido; los jóvenes serán
sometidos a su mismo suplicio, la muerte en cruz. "Entonces se pondrán a
decir a los montes: ‘¡caed sobre nosotros!’ Y a las colinas: ‘¡cubridnos!’
Porque si en el leño verde hacen esto, en el seco ¿qué se hará?" (Lc 23,
30-31).
3. Sabemos que Jesús lloró en otra ocasión, junto a la tumba de Lázaro.
"Los judíos entonces decían: ‘Mirad cómo quería’. Pero algunos de ellos
dijeron: ‘Éste que abrió los ojos del ciego, ¿no podía haber hecho que éste no
muriera?’" (Jn 11, 36-37). Entonces Jesús, manifestando nuevamente
una profunda turbación, fue al sepulcro, ordenó quitar la piedra y, elevando la
mirada al Padre, gritó con voz fuerte: "¡Lázaro, sal
fuera!"(cf. Jn 1, 38-43).
4. El evangelio nos habla también de la conmoción de Jesús, cuando exultó
en el Espíritu Santo y dijo: "Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de
la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes y se las has
revelado a pequeños. Sí, Padre, pues tal ha sido tu beneplácito" (Lc 10,
21). Jesús se alegra por la paternidad divina; se alegra porque puede revelarla
y, por último, porque pude irradiarla de modo especial para los pequeños. El
evangelista Lucas define todo eso como un regocijo en el Espíritu Santo.
Regocijo que impulsa a Jesús a revelarse aún más: "Todo me ha sido
entregado por mi Padre y nadie conoce quién es el Hijo sino el Padre; y quien
es el Padre sino el Hijo, y Aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar" (Lc 10,
22).
5. En el Cenáculo, Jesús predice a los Apóstoles su llanto futuro:
"En verdad, en verdad os digo que lloraréis y os lamentaréis, y el mundo se
alegrará. Estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en gozo",
Y añade: "La mujer, cuando va a dar a luz, está triste, porque le ha
llegado su hora; pero cuando ha dado a luz al niño, ya no se acuerda del
aprieto, por el gozo de que ha nacido un hombre en el mundo" (Jn16,
20-21). Así, Cristo habla de la tristeza y de la alegría de la Iglesia, de su
llanto y de su alegría, refiriéndose a la imagen de una mujer que da a luz.
6. Los relatos evangélicos no recuerdan nunca el llanto de la Virgen. No
escuchamos su llanto ni en la noche de Belén, cuando le llegó el tiempo de dar
a luz al Hijo de Dios, ni tampoco en el Gólgota, cuando estaba al pie de la
cruz. Ni siquiera podemos conocer sus lágrimas de alegría, cuando Cristo
resucitó.
Aunque la sagrada Escritura no alude a ese hecho, la intuición de la fe
habla en favor de él. María, que llora de tristeza o de alegría, es la
expresión de la Iglesia, que se alegra en la noche de Navidad, sufre el viernes
santo al pie de la cruz y se alegra nuevamente en el alba de la Resurrección.
Se trata de la Esposa del Cordero, que nos ha presentado la segunda lectura,
tomada del libro del Apocalipsis (cf. 21, 9).
7. Conocemos algunas lágrimas de María por las apariciones con las que
ella de vez en cuando acompaña a la Iglesia en su peregrinación por los caminos
del mundo. María llora en La Salette, a mediados del siglo pasado, antes de las
apariciones de Lourdes, en un período durante el cual el cristianismo en
Francia afronta una creciente hostilidad.
Llora también aquí, en Siracusa, al término de la segunda guerra mundial.
Se puede comprender dicho llanto precisamente en el marco de esos hechos
trágicos: la inmensa hecatombe causada por el conflicto; el exterminio de los
hijos e hijas de Israel; y la amenaza para Europa que proviene del este,
constituida por el comunismo declaradamente ateo.
También en ese período llora la imagen de la Virgen de Czestochowa, en
Lublín: éste es un hecho poco conocido fuera de Polonia. Por el contrario, se
difundió ampliamente la noticia del acontecimiento de Siracusa, y fueron
numerosos los peregrinos que vinieron aquí. También el cardenal Stefan
Wyszynski vino aquí en peregrinación en 1957, después de haber sido
excarcelado. Yo mismo, que por aquel entonces era un obispo joven, vine aquí
durante el Concilio, y pude celebrar la santa misa el día de la conmemoración
de todos los fieles difuntos.
Las lágrimas de la Virgen pertenecen al orden de los signos; testimonian
la presencia de la Madre Iglesia en el mundo. Una madre llora cuando ve a sus
hijos amenazados por algún mal, espiritual o físico. María llora participando
en el llanto de Cristo por Jerusalén, junto al sepulcro de Lázaro y, por
último, en el camino de la cruz.
8. Pero conviene recordar también las lágrimas de Pedro, El evangelio de
hoy narra la confesión de Pedro en las cercanías de Cesárea de Filipo.
Escuchemos las palabras de Cristo: "Bienaventurado eres Simón, hijo de
Jonás, porque no te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que
está en los cielos" (Mt 16, 17). Hay otras palabras muy conocidas del
Redentor a Pedro: "En verdad, en verdad te digo: no cantará el gallo antes
que tú me hayas negado tres veces" (Jn 13, 38). Y así sucedió. Pero,
cuando en la casa del sumo sacerdote, Jesús miró a Pedro en el momento en que
cantó el gallo, éste "recordó las palabras del Señor. Y, saliendo fuera,
rompió a llorar amargamente" (Lc 22, 61-62). Lágrimas de dolor y de
conversión, que confirman la verdad de su confesión. Gracias a ellas, después
de la resurrección, pudo decir a Cristo: "Señor, tú lo sabes todo; tú
sabes que te amo" (Jn 21, 17).
9. Hoy, aquí en Siracusa, puedo dedicar el santuario de la Virgen de las
Lágrimas. Aquí estoy finalmente, por segunda vez, pero ahora vengo como Obispo
de Roma, como Sucesor de Pedro, y realizo con alegría este servicio a vuestra
comunidad, a la que saludo con afecto.
10. Oigo resonar hoy en mí, en este lugar, las palabras que Cristo dirige
a Pedro: "Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi iglesia, y las
puertas del infierno no prevalecerán contra ella. A ti te daré las llaves del
reino de los cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y
lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos" (Mt 16,
18-19).
Estas palabras de Cristo expresan la suprema autoridad que él posee como
Redentor: el poder de perdonar los pecados, que adquirió al precio de su sangre
derramada en el Gólgota; el poder de absolver y perdonar.
11. Santuario de la Virgen de las Lágrimas, has nacido para recordar a la
Iglesia el llanto de la Madre.
Recuerda también el llanto de Pedro, a quien Cristo confió las llaves del
reino de los cielos para el bien de todos los fieles. Que esas llaves sirvan para
atar y desatar, para redimir toda miseria humana.
Vengan aquí, entre estas paredes acogedoras, cuantos están oprimidos por
la conciencia del pecado y experimenten aquí la riqueza de la misericordia de
Dios y de su perdón. Los guíen hasta aquí las lágrimas de la Madre. Son
lágrimas de dolor por cuantos rechazan el amor de Dios, por las familias
separadas o que tienen dificultades, por la juventud amenazada por la
civilización de consumo y a menudo desorientada, por la violencia que provoca
aún tanto derramamiento de sangre, y por las incomprensiones y los odios que
abren abismos profundos entre los hombres y los pueblos.
Son lágrimas de oración: oración de la Madre que da fuerza a toda oración
y se eleva suplicante también por cuantos no rezan, porque están distraídos por
un sin fin de otros intereses, o porque están cerrados obstinadamente a la
llamada de Dios.
Son lágrimas de esperanza, que ablandan la dureza de los corazones y los
abren al encuentro con Cristo redentor, fuente de luz y paz para las personas,
las familias y toda la sociedad.
Virgen de las Lágrimas, mira con bondad materna el dolor del mundo.
Enjuga las lágrimas de los que sufren, de los abandonados, de los desesperados
y de las víctimas de toda violencia.
Alcánzanos a todos lágrimas de arrepentimiento y vida nueva, que abran
los corazones al don regenerador del amor de Dios. Alcánzanos a todos lágrimas
de alegría, después de haber visto la profunda ternura de tu corazón.
¡Alabado sea Jesucristo!
Nuestra Señora de las Lágrimas
https://forosdelavirgen.org
Esta
advocación no alude a una aparición de la Virgen.
Sino
a un fenómeno prodigioso que tuvo lugar el 29 de agosto de 1953, en la casa de
un obrero en Siracusa (Sicilia).
Durante cuatro días un cuadro de yeso con la imagen del Corazón Inmaculado de María derramó lágrimas humanas.
Esto tal y como pudo constatar una comisión de médicos el 1º de septiembre del mismo año, quien llevó a cabo los análisis sobre su composición.
La autenticidad de este
fenómeno fue declarada el 12 de diciembre de ese mismo año por los obispos de
Sicilia reunidos en conferencia episcopal.
LOS 4 DÍAS DE
LACRIMACIÓN
El humilde matrimonio
del obrero Angelo Iannuso y su esposa Antonia, fue recipiente de un maravilloso
regalo de la Virgen María.
Fue un prodigio que
comenzó en su dormitorio el 29 de agosto de 1953.
Antonia Giusto y su
marido Angelo Iannuso se casaron y fueron a vivir a
Siracusa provisoriamente con su madre y su hermano.
Ellos eran muy pobres. Uno
de los regalos de boda fue un cuadro de yeso de Nuestra Madre Celestial. Esta
imagen había sido reproducida en masa en un estudio de la Toscana.
Para cuando Antonina
descubrió que estaba embarazada, parte de sus cambios físicos incluyeron
toxemia que
de vez en cuando le producía ceguera momentánea.
Los doctores afirmaban
que esto se debía al embarazo dificultoso y la aconsejaban de
meterse en cama y no salir de allí.
Antonia encontró
un refugio en la plegaria, y su marido se le burlaba al respecto.
El 29 de agosto de 1953
ella empezó con retortijones espantosos que duraron mucho
más de lo esperable. La gente que estaba con ella la urgía a que buscara a su
marido y al doctor.
De
pronto la paciente se calmó. Antonia sufrió un ataque que la dejó
ciega. Alrededor de las 8:30 su vista estaba normal nuevamente.
En ese momento del día
29 de agosto y hasta el 1º de septiembre de 1953, el cuadro de yeso, que
representaba el Corazón Inmaculado de María, a la cabecera de la cama en la
casa de Angelo y Antonia, lloró lágrimas humanas.
Antonia cuenta que:
“Abrí mis ojos y miré a la imagen de la Santísima
Virgen por arriba del cabezal de la cama. Para mi gran sorpresa la imagen
estaba llorando.
Llamé a mi cuñada Grazia y a mi tía Antonina
Sgarlata que vino a mi lado señalando las lágrimas.
Al principio creyeron que se trataba de una
alucinación debida a mi enfermedad.
Pero cuando yo insistí y ellas se acercaron a esa
placa pudieron ver claramente que había lágrimas reales cayendo de los ojos de
la Madonna.
Y que algunas lágrimas caían primero por sus
mejillas y luego directamente a la cama.
Aterrorizadas llamaron a los vecinos, y ellos
confirmaron el fenómeno…”
Todos los miembros de
la familia fueron llamados y todos pudieron constatar el milagro.
Antonia se quedó
mirando a nuestra Madre Celestial por varias horas atestiguando
el milagro, mientras que limpiaba las lágrimas que iban cayendo sin cesar.
Primero fueron
contenidas las lágrimas con un pañuelo y luego con algodón.
La “Madonna “lloró
durante 4 días,
desde el 29 de agosto al 1º de septiembre y atrajo a miles de peregrinos a
Siracusa.
Tres sacerdotes
visitaron la casa durante ese lapso.
El
fenómeno se verificó en intervalos más o menos largos, tanto dentro
como fuera del hogar.
Muchas fueron las
personas que vieron con sus propios ojos, tocaron con sus manos,
y sintieron lo salado de las lágrimas.
LA INVESTIGACIÓN
El domingo 30 de
agosto, el 2º día de las lágrimas. Nicola Guarino, un camarógrafo de Siracusa,
con su cámara documentó en 300 cuadros o fotogramas la Lacrimación.
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En esas imágenes se puede ver la forma y el fluir de las lágrimas.
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El ojo humano se podría dejar sugestionar, pero el objetivo de la cámara retrata lo que ocurre con objetividad.
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Siracusa es uno de los pocos eventos en que las lágrimas están documentadas.
En esas imágenes se puede ver la forma y el fluir de las lágrimas.
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El ojo humano se podría dejar sugestionar, pero el objetivo de la cámara retrata lo que ocurre con objetividad.
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Siracusa es uno de los pocos eventos en que las lágrimas están documentadas.
El 1º de septiembre se
reunía un grupo de distinguidos clérigos, cuatro hombres de ciencia y tres
testigos de inmaculada reputación, para así formar una comisión investigadora
en nombre del Arzobispado.
La comisión se reunió
en la casa de los Iannuso a la mañana con el fin de
estudiar el fenómeno y sacar una muestra de las lágrimas para ser analizadas.
Después de haber tomado
el líquido que surgía de los ojos de la imagen, se hizo un análisis
microscópico.
La respuesta de la
ciencia fue: “las lágrimas son humanas”.
El cura párroco dio fe
que los doctores juraron por la Biblia en cuanto a la veracidad de lo
analizado.
Tras el estudio
científico de la imagen dejó de llorar. Fue el cuarto día.
LOS MILAGROS
Los pedazos de algodón
que habían enjugado las lágrimas de la Madonna que llora fueron enviados a
varios lugares alrededor del mundo, y en muchos se produjeron varios milagros.
Uno de ellos fue en
España.
La
Santísima Virgen llora porque el mundo ya no reza más.
La primera persona en
experimentar un milagro fue también la primera en haber visto el llanto de la
Virgen.
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Desde el momento en que Antonina Iannuso vio las lágrimas, se recuperó totalmente de una severa toxemia.
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Y más adelante en el tiempo dio a luz a un muy saludable hijo, el 25 de diciembre de 1953.
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El Arzobispo Baranzini ofició en el Bautismo del niño.
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Desde el momento en que Antonina Iannuso vio las lágrimas, se recuperó totalmente de una severa toxemia.
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Y más adelante en el tiempo dio a luz a un muy saludable hijo, el 25 de diciembre de 1953.
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El Arzobispo Baranzini ofició en el Bautismo del niño.
El fenómeno fue
declarado auténtico el 12 de diciembre del mismo año, por los obispos de
Sicilia reunidos en conferencia episcopal.
La Virgen de las
Lágrimas fue aprobada por el Papa Pío XII el 17 de octubre de 1954.
En el año 2003,
un enviado especial de Juan Pablo II concluyó las celebraciones del Año Mariano
de Siracusa en el Santuario de la Virgen de las Lágrimas, 50 años después del
milagro.
El santuario había sido
consagrado por el mismo papa en 1994.
EL SANTUARIO
En Siracusa se
encuentra la estructura monumental de forma cónica, con sus 74 metros de altura.
El Santuario de Nuestra Señora de las Lágrimas, un signo de profunda devoción y fe, fue erigido en memoria del milagroso acontecimiento de 1953.
.
Donde en la humilde casa vertió lagrimas una imagen de yeso de la Virgen María, colocada en la cabecera dos cónyuges de Siracusa.
El Santuario es un
edificio impresionante en su enorme estructura de hormigón
armado.
La superficie total
es de 4.700 metros cuadrados, con una capacidad para alrededor de 11.000
personas.
Fue diseñada la
arquitectura por M. Audrault y P. Parat de París, y la parte estructural por R.
Morandi de Roma.
La construcción
circular (cuenta con 18 ingresos) tiene un diámetro exterior de 80 metros, y
acoge a la iglesia inferior o cripta, inaugurada en agosto de 1968, y la
iglesia superior o santuario tiene una base apoyada en 22 vigas de cemento
armado con un diámetro interior de 71,40 metros.
Dentro de la cripta, en
el centro, se encuentra el altar mayor, donde la imagen de la Virgen.
Situado alrededor del
altar mayor hay 8 capillas dedicadas a Santa Lucía, en Santa Ágata,
San Conrado, a San Pedro y Pablo, el Crucifijo, la Sagrada Familia, San
Francisco de Asís, el Santísimo Sacramento.
En las paredes de
cada central capillas destacan las representaciones iconográficas de refinada
belleza.
La iglesia superior
está cubierta por 22 enormes columnas de hormigón armado,
dispuestas radialmente.
En la parte superior de
la estructura exterior cónica está una estatua de bronce de la Virgen de
Lágrimas, labor del escultor Francesco Caldarella, rodeado por un halo de
elementos circulares.
El pavimento de la
inmensa nave tiene incrustaciones de mármol de Carrara blanco,
gris y negro, reproduciendo una estrella.
De mármol Lasa es
la pavimentación del altar mayor y del presbiterio.
En el santuario está
conservado el relicario, que contiene algunos valiosos recuerdos de la
lacrimación prodigiosa.
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Hecho sobre proyecto de Biagio Poidimani, el relicario tiene un pie de base octagonal y consta de 3 niveles.
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Hecho sobre proyecto de Biagio Poidimani, el relicario tiene un pie de base octagonal y consta de 3 niveles.
• En el primero está
conservada la tira de tela que cubría la imagen, la mitad de un pañuelo húmedo
de lágrimas, algunos algodones en los que se recogieron las lágrimas por la
Comisión de médicos el 1 de septiembre de 1953.
En las esquinas hay
unas estatuas de San Pedro San Pablo, San Marziano y Santa Lucía.
• En el segundo piso
cuatro paneles que recuerdan el prodigio.
• En el tercer piso,
custodiada por cuatro ángeles, está la urna de cristal que conserva los vidrios
que sirvieron para el análisis microscópico.
En ella se conservan,
ahora cristalizadas, las lágrimas.
El santuario fue
consagrado con motivo de su visita a Siracusa (noviembre de 1994), por el Santo
Padre: Juan Pablo II.
Durante la construcción del
Santuario se descubrieron restos arqueológicos que datan de IV y el siglo VI ac.
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Oración a Nuestra Señora de las Lágrimas
Oh Madre de Jesús y
Madre nuestra llena de piedad, cuántas lágrimas derramaste en el curso de tu
vida.
Tu que eres madre,
comprendes perfectamente la angustia de mi corazón que aunque me sienta indigno
de tu misericordia me impele a recurrir a tu corazón de madre con confianza de
hijo.
Tu corazón siempre rico
en misericordia nos ha abierto una nueva fuente de gracias en estos tiempos de
tantas miserias.
De lo profundo de mi
bajeza elevo a ti mi voz, oh Madre bondadosa, a ti recurro, Madre llena de
piedad, e imploro el bálsamo consolador de tus lágrimas y de tus gracias sobre
mi corazón abrumado por el dolor.
Tu llanto materno me da
la esperanza de que me has de escuchar benignamente.
Oh Corazón acongojado
de María, obténme de Jesús aquella fortaleza con que soportaste las grandes
penas de tu vida a fin de que cumpla siempre, con resignación cristiana y aun
en medio del dolor, la voluntad divina.
Obténme, oh dulce
Madre, que crezca mi esperanza, y si es conforme a la voluntad divina, obténme
también, por tus lágrimas inmaculadas, la gracia que con tanta fe y viva
esperanza te pido ahora....
Oh Virgen de las
Lágrimas, vida, dulzura y esperanza mía, en ti pongo hoy y para siempre toda mi
confianza.
Corazón inmaculado y
dolorido de María, ten compasión de mi.
Rezar la Salve.